Que nostalgia tengo, que desde hace rato
no veo la luna bella, o el lucero que
siempre me guiaba a puerto, cuando
andaba en el velero y gozaba felíz
de la bendición de Dios.
Que tristeza tengo, por no escuchar
el viento en esas noches de pesca,
que con ancia esperaba que caiga
un pescado en los ansuelos, y llegar
a puerto disfrutar de lo que llevo.
Que pena llevo, que no veo caer
la lluvia en la barca, yo desde
adentro esperando que deje
de llover para recoger la redes ,
y disfrutar en casa el pescado fresco.
Que melancolía tengo, que veo llegar
los veleros, y no sentir esa alegría de no
llevar a casa un pescado fresco,
de mi propio esfuerzo; hoy solo me
consuelo de amigo un ocieco.