La noche enfurecida, con su negro de ébano
vacía, agotada del celeste, pero llena de vida
sin separarse de las imágenes memorables
que dejaron los besos,
oh el corazón desnudo que se entregó en latidos
Ahí está, mirándonos, curiosa,
contemplando aquella escena de amor correspondido
entre la intensidad de las sombras y los cuerpos que se juntan
como un grito inconexo de necesidad y deseo
Nuestros ojos solitarios, en medio de lo oscuro
todavía sorprendidos por la negrura que los irrumpe
experimentando la entrega en total abandono
hasta vencer el miedo que los separaba de la realidad
Reconcentrada la noche, aumenta su intensidad
un aire frío invade el espacio
como fantasma que regresa del pasado
impaciente, agitado,
como fiera en celo en procura de los amantes
Ahí están, los determina, absolutamente orgásmicos
medio vestidos de pudor y perversidad
entre sabanas, ocultos,
como temiendo a la noche que intenta devorarnos
un cuerpo junto al otro, despojados de decoro
posiblemente deslumbrados, por la oscuridad que los cubre
por el latido que los acerca sin importar edades
por el amor y el misterio de intuirse desnudos
Ahora la noche, avanzando en sus gemidos nocturnos
aprende nuestros nombres, tú y yo
posiblemente jóvenes, posiblemente ancianos
qué más da, la noche no sabe de calendarios
solo conoce la expresión de nuestros deseos
del temor a despertarnos, sin abrazos
sin estos versos.