Voy a contarte lo que sucede corazón mío:
Lo que pasa es que a veces,
mi mente traicionera insiste en recordarla,
no quiere arrancarla de sí;
y es entonces cuando te dueles y plañes,
y bombeas más sangre de lo supuesto.
A veces mis ojos, mis ojos te traicionan porque la miran,
y su despampanante ritmo al caminar
te inquieta y te asola;
y tú saltas como si quisieras salirte de mi pecho.
a veces también ellos (mis ojos) sufren,
porque cuando ella va por la calle
hay tantos óbices que me interrumpen mirarla,
a pesar de la perspicacia de ellos;
y solo logran mirar que su rubia cabellera,
cual estela de humo
desaparece por las esquinas de la avenida.
A veces, a veces mis oídos arremeten en contra tuya también
porque escuchan su voz al saludar a los demás,
porque sientes como si ella fuera a pronunciar mi nombre
y tú saltas como si quisieras salirte de mi pecho.
Sucede a veces, que mi piel te conturba también,
cuando extraña el calor de sus brazos,
sus tersas manos propinando en mi pelo una caricia;
a veces es así;
a veces mi boca te hace sufrir también,
al anhelar sus besos,
al desear desesperadamente su boca,
sus labios escarlata.
A veces sufres corazón mío,
porque los latidos de su corazón
no van dirigidos hacia ti.
A veces,
rojo corazón mío,
ya no eres rojo,
pues por ella te tornas níveo;
a veces corazón mío, a veces;
y tú saltas como si quisieras salirte de mi pecho.
Y lo malo es que a veces,
¡Ya no es solamente a veces…!