6
Soledad de gusanos amarillos y sucios,
la primera noche de ojos ciegos que se pudren,
la esperanza religiosa hundida en el pantano,
el silencio eterno de los dioses que nos miran,
la Vieja camina sobre mi cuerpo desnudo,
tú tienes que ayudarme, por favor, no te vayas,
la soledad me agobia, busco a la Bruja eterna,
alguien empuja mi cuerpo, Dios, el barro oscuro,
mis piernas se las llevan, mis ojos, no se duerman,
vuelven los duendes de la infancia, sin manos, mudos.
7
Aves horribles en el borde de la ventana,
humo de tabaco en esas miradas perdidas,
caminan, están aquí, el polvo llega a mis ojos,
no logro mover mis labios, quiero abrir las manos,
mis recuerdos se hunden, como una piedra en el lodo,
las sombras grises están cerca de las paredes,
el humo, los delirios, no puedo respirar,
las serpientes se acercan, las moscas, los gusanos.
8
Comienzan los rituales nocturnos de la Vieja,
sangre en el piso, una alondra muerta, sin cabeza,
los gritos delirantes, una danza diabólica,
acuestan a un inocente, por Dios, está muerto,
esperen, apenas respira, cortan un dedo,
todos gritan, ya no respira, cubren el cuerpo,
¿no me creen?, esta noche verán el cadáver,
sangrarán las nubes, todos morirán de miedo.
9
Soy la inútil plegaria entre las sombras nocturnas,
el clamor lejano de las almas condenadas,
la última morada de los muñecos sin rostros,
la Vieja inyecta el cuerpo inerte del hombre muerto,
se mueve, los ojos rojos se abren lentamente,
estira los dedos, los murmullos se aceleran,
se levanta, abre la puerta, se pierde en la noche,
miradas extrañas, sombras que se lleva el viento.
10
Alguien enciende una luz, cierran la puerta negra,
otro cuerpo húmedo, lo colocan a mi lado,
deja de moverse, las manos quietas, silencio.
La Vieja se cubre el rostro, besa una figura,
no puedo ver sus manos, ¡Dios mío, una jeringa!,
mi cuerpo no existe, se lo comieron las ratas,
ya sólo quedan algunos huesos en el barro,
la Vieja inyecta mi brazo, tengo mucho sueño,
la peste en cada rostro, satanismo, locura.
11
La voz de fuego se detiene en mi pensamiento,
el humo de la Nada cruza mis pesadillas:
“Poderosa Presencia de los caminos verdes,
Tú, Espíritu Guía de las Ánimas perdidas,
te pedimos suplicantes, nosotros tus hijos,
que guíes también nuestras plegarias, te rogamos”,
qué soy realmente, una triste mentira que flota,
quiero salir de esta tumba, abrir la puerta negra,
escapar de la neblina, de este humo, ser libre,
ya vienen, no es una daga, por Dios, un crucifijo.