Mi nieta Julia ha nacido
tras dilatado embarazo;
si sigue lo establecido,
vendrá con pan bajo el brazo.
Mi única hija, ahora madre,
acaba de hacerme ‘aitona’,
un título que me place
ya más que el mejor diploma.
Yo le doy la enhorabuena
y a Julia la bienvenida,
de mi parte y de su abuela
en ausencia, hoy tan sentida.
La dulce Julia ha venido,
en un momento inquietante,
a un mundo que no ha elegido,
del que ya es parte integrante.
Perdón por este planeta
que hereda, tan degradado,
debo pedir a mi nieta,
que ha de pechar con su estado.
Gran tarea por delante
tendrá su generación,
por ello, será importante
cuidar su preparación.
Desde el vaivén de la cuna,
con la leche maternal
y los cuidados, a una,
mamará el bien, que del mal
ya sabrá más adelante
y aprenderá a distinguir
y ojalá adopte un talante,
que le ayude a bien vivir
y en su experiencia diaria
quizá aprenda que servir,
ayudar, ser solidaria,
es mejor que competir,
salvo que sea consigo,
y que no hay mayor defecto
que el egoísmo excesivo,
que el altruísmo es perfecto
casi, aunque, como es sabido,
de ese perfecto altruísmo
dicen que, bien entendido,
empieza por uno mismo,
que a las personas más nobles
las aprecia el mundo entero
y que hay personas tan pobres
que solo tienen dinero,
que el racismo, la ambición,
el maldito imperialismo,
las armas, la religión,
son causas del belicismo,
como el que ahora amenaza
con destruirnos a todos,
y el miedo nos atenaza
y aflige de varios modos:
vigente aún la pandemia,
ha comenzado otra guerra,
y la amenaza es tan seria
que, más que dar miedo, aterra.
Mi nieta Julia ha nacido
y, junto al pan preceptivo,
espero que haya traído
una ramita de olivo.
@ Xabier Abando, 22/03/2022