Veneno que nada mata
es veneno que alimenta,
pero yo que soy imprenta,
con nada y me desbarata.
Mi vida que es tan ingrata
ha perdido los matices
como rostros infelices
la agonía va cargando:
sufrimientos desterrando
y en el alma cicatrices.
Ni los sueños dan ternura
cuando pasas moribundo,
contando cada segundo
que carcomen tu figura.
Siento vana mi cultura
y hago con delicadeza
lo que llega a mi cabeza
susurrante como trueno
y este corazón tan bueno
ha perdido su belleza.
Sufrir se volvió moderno
y es enfermedad extensa,
de seguir mucho propensa
es verano en el invierno.
Macerado tengo el cuerno,
ya listo como perderte,
porque en ansias de la muerte
alguien dio su testamento
donde dice muy contento:
me despido, ¡buena suerte!
Samuel Dixon [23/03/2022]