Muchos versos en mi mente
son como bellos luceros,
titilantes, pasajeros,
que aparecen de repente;
ya después conscientemente
al buscarlos, hallo peros
y se escapan muy ligeros
como, en viento, la simiente;
por eso cargo papel
para atraparlos en notas
y retocarlos con miel;
son elásticas pelotas,
sutil esencia sin piel:
mil luces encantadoras...