Como desearía ser tu esclavo,
prisionero de tu amor
sin intentar escapar
del néctar de tus labios,
o de la pureza de tu alma,
sin importar que situación,
de amotinamiento o de calma
se presente en la prisión.
Me siento como un Roble,
fuerte, humilde y noble.
Tú, Acacia hermosa y esbelta ;
adornada en su copa, por flores rojas,
hermosos cabellos, exuberantes al cielo,
libres al viento como un velo de hojas.
Solo pensar libertarme de ti,
la sola idea me acongoja.
O la atónita mirada,
que dió comienzo a nuestro idilio
por nuestro ojos intercambiada,
estando yo en el exilio,
sin ningun intento de ser libertado,
no pedí ningun auxilio.
quedando por siempre apresado ;
en tus sueños y delirios.
Deseando acariciar tus cabellos
que cubren tu rostro como hojas,
llueve y tú te mojas,
y marcas sobre mi piel tu sello.
Deseo servirte, cual plebeyo,
cubriendo tu cuerpo con el mío,
en un lecho seco y tibio
donde ya no estes mojada,
deleitandote en un amorío
sobre las almohadas.