Que cuando te hablen de mí se despidan tus demonios,
Se destierren las raíces de tus penas y tus miedos,
Que mi nombre sea un arrullo oportuno,
Como el que espera un niño en insomnio.
Que te apapachen con ganas la gloria y la dicha,
Que se te acaben las lágrimas y vengan después las sonrisas,
Que mi mano sea de apoyo en el caos,
Que mi sonrisa sea tu locura,
Yo quiero ser tu bien.
Que consigas construir dónde un día quedó en escombro,
Que los rincones ya no sean más oscuros,
Que día a día crezca.
Y que ya no tenga fin.