Amelia Suârez Oquendo

ISABEL

Estás en el campo de tierras coloradas.

Allí donde los pies descalzos se ensuciaban

y las aves, felices con nosotras, trinaban

canciones infantiles improvisadas.

 

Pienso en la casa con el techo de guano,

en el sendero por donde transitábamos,

en la muñeca de trapo que acunábamos

y en nuestro andar tomadas de la mano.

 

Te fuiste y contigo ya no puedo estar junta.

Tal vez por la culpa de un infausto destino

que no quiso dejarnos en el mismo camino.

 

No quiero que tu muerte sea un martirio.

Yo te recuerdo, hermana, con delirio.

¡Te veré cuando también yo sea difunta!

 

Amelia Suárez Oquendo