Ojala pudiera ser más idiota
y confundirme con todos los demás,
que me pongan en mi cerebro un baipás
para ocultar que estoy como una chota
y volverme un animal de bellota
que les ofrezca su grasiento fuagrás
a los niños, las mamás y los papás
y que me adopten como su mascota.
Nos revolcaremos todos mugrientos
–vertiendo los cubos de las basuras–
echándonos nuestros sucios alientos
al abrazarnos con nuestras gorduras
perfumadas de gases flatulentos.
¡Y vocearnos nuestras inculturas!