🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

La fogata de Baldur

 

Durante el tiempo predilecto
y la deidad tan profunda,
pongo una rima rotunda
para observar el dialecto.
Odín fue un hombre perfecto,
protector de nueve mundos
y en el camino segundos 
le dieron un mar de antojos,
en el puerto de sus ojos
con los sueños vagabundos.

A su puerto llegó un remo
con la penumbra del Sur,
la fogata de Baldur
y el colibrí tan extremo.
Triste se haya Polifemo
que ha predicho al porvenir
la razón que hace sentir
a Baldur la plena guerra
con los ojos en la tierra
decidido a combatir.

Odín se entera de todo
preparando una sorpresa
que en felicidad es mesa
y en dolor no tiene modo.
Puso sus pies en el lodo
temblando contra su espada,
esperando la llegada
del rumor que fue latente
y con armas del presente
anunció su retirada.

Y cogió con la ternura
con figura de estudiante,
la batalla fue incesante
eso dijo su figura.
Hoy dice en literatura
que sus manos son caóticas,
con memorias tan exóticas
destierra todos los cielos
donde lloran los riachuelos
y renacen aves góticas.

Baldur se fue melancólico
que cambió su corazón
por uno de maldición
en coraje parabólico.
El combate tan simbólico
difundió todos los mares,
y al cantar de los cantares
fue formando la batalla
sin pensar que la muralla
no sabía de pesares.

La batalla tan temida
se juzgó más que un tesoro
como proyectores de oro
dio la fogata en medida.
La fanfarria de la vida
en dolor se descifró,
pues Baldur allí murió
haciendo lo que podía
sin pensarlo que ese día
solo Odín sobrevivió.

De toda la caminata
Odín puso en el sendero
la razón de su vivero 
que la carne desbarata.
No controló la fogata
y el pueblo fue calcinado,
en lujurias fue enterrado
como pedestal de Azur;
y allá en la tierra del Sur
sigue Odín en su reinado.

               Samuel Dixon [24/03/2022]