En cuanto España saca una letra
la letra se transforma en estribillo que,
a todos, despoja de sinsabores y argumentos
sin brillo. Son sin duda, los prejuicios,
a estos efectos, los mejores para apuntalar
la desviada atención, de tanto ibérico ejemplar.
Machismo deliberado, matanzas sangrientas,
que sin servir para nada, nos alejan, triste
consecuencia, de
problemas mayores. Y no vemos, aún así,
la salida a este túnel, mas que abandonándonos
en brazos de algún europeo, consejero de Bruselas.
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