Nado
a través de la esclera de tu ojo
hasta la ribera de tu pupila,
donde reflejos de rayos de sol
calientan mi desnudez.
Allí me sumerjo,
dentro del silencio
de su oscuridad,
para encontrar el secreto
de tu encantamiento.
Me subo
a tu iris ,
suavamente bañada por una lágrima,
allí para contemplar la belleza
que me rodea.
Me agarro,
mientras parpadeas,
a una pestaña que pasa,
catapultándome sobre la suavidad
de tu mejilla.
Aguantanto el aire,
de puntillas camino
por la nuca de tu cuello,
sosteniendo la joya más preciosa,
tu amor.
David Arthur ©®
La foto por cortesía de Jérome Coppo