Voy a labrar de escarcha las cuatro esquinas del sueño
apagar de la cara oscura de la luna la llama que ha sido fuego
,
he convertido un fértil océano en un barbecho desierto
allí acurruco mi entraña en este frío y desolado infierno,
allí planto para mañana un llanto que será recuerdo,
un dolor que será pena en cada buscado silencio
y una memoria ahogada en la perpetua tormenta del pensamiento.
Escuché cerrarse la puerta del horizonte como un rugido siniestro,
ví en el árbol del olvido colgado un destino ya muerto
y la sombra alargada de sus alas son ya nubes cubriendo mi cielo.
La libertad siempre será utopía para un corazón condenado,
como la llama encendida en un alma de invierno
como la cadena partida que no sabe vivir sin su esclavo
y el guerrero suicida que va a la guerra sin brazos.
Este potro desbocado que no domó la rutina ni el tiempo,
que recorría al galope las libres llanuras del sentimiento
que partía los eslabones en cada amanecer de su vuelo
y supuraba todas sus heridas con cada uno de sus aleteos ,
ahora solo es una estatua de lágrimas anclada en el suelo
una figura invisible de salitre y de miedo,
que se esparce con la lluvia en cada tumba sin dueño.
Es raro que intente escribir sobre el amor
y mi mano desobediente haya escrito esto,
pero es que engañar a un corazón,
no se consigue ni en verso.