Rafael Elias Huerta

Tan solo una vez

Hay noches que se alargan y es por eso

que las tejas de la casa se mojan con la brisa,

es por eso

que todos los recuerdos se agrandan y se puede ver

como avanzan las horas, como el silencio se convierte

en una silueta que se prolonga en zigzag

de la estancia a la cocina, de la sala a la cama

y del deseo a tu adiós.

 

Más allá del efímero recuerdo que se mece

en el sillón de la terraza, más allá

de ese valle sin dioses y sin sol

incluso, más allá del mismísimo lamento

aguarda una estatua desnuda, una verdad

colmada de promesas disecadas

en espera de volver a latir

y ser habitada por el alma.

 

Los insolentes minutos se hacen horas y lastiman

como hijos que caminan sin razón,

como las pupilas desdeñadas

de una dama que llora por una mirada

que no pudo retener

o una sonrisa fingida que desdeño la vida.

 

Hay momentos que no podemos ver

el fondo del pozo al cual nos arrojamos,

tan solo queda esperar

que la noche termine, que la claridad aparezca

y al apócrifo sueño que soñamos

le amanezcan vehementes primaveras,

tan solo una vez.

 

 

 

 

Autor…reh