Me situó en un lugar vacío,
Oscuro e invernal,
lleno de mi soledad,
Con una bocina reproduciendo mi silencio.
Despidiendome de lo poco que me queda,
Consumido por tus atrocidades convertidas en deudas emocionales,
Consumiendo poco a poco las sobras de un inventario lleno de ilusiones,
Gestionando la cobranza de una deuda conmigo mismo.
Lo atroz de la pasión, no es cuando pasa... Es cuando comienza.
Cuando te sabes seducido con una mirada,
Derrotado con una palabra,
Exitado al roce inmediato de sus palmas.
Tu mayor atrocidad fue dirigirme la palabra,
Sin etiqueta que advierta contenido nocivo para la salud
Sin el aforo en el foro para tu show de coqueteó
Metiendo mano a la registradora de emociones a través de mis escritos
Saqueaste la cocina por tu hambre insaciable,
Gula de pasiones, amores y obsesiones tan atroces.
Y al hacer corte descubro que lo único que puedo cortar son mis venas,
Porque no hay notas de ventas... Solo de despedidas.
Si me sirvo una copa, recordaré la textura del encaje en tu brassier,
Si enciendo un cigarrillo, esparciré recuerdos de lo que no fue...
En un área donde está prohibido enamorarse.
No puedo comer nada, nada que no seas tú.
Se agotaron las órdenes de contrariedades.
Y mientras apagó una a una las luces,
Cerrando la puerta de mi aceptación a cualquier otra alma.
Te veo llegar, divina, celestial, preparada para soltar tus atrocidades,
Y enciendo todo de golpe, ambos bebemos una copa,
El vals de nuestras miradas al ritmo de nuestro silencio seduciendo la pista.
Y yo... Y tú... Y la atrocidad de una pasión