Las escaleras
que suben hasta el cielo
están mojadas.
Lloran los ángeles
y mojan el sendero
antes citado.
Bendita lluvia
de ojitos inocentes
y sin pecado.
Desde la tierra
hay niños que suplican
que salga el sol.
Cesen las nubes
de bombas y cohetes
y tanto daño.
Quieren sonrisas,
palomas en los parques
y nuevos días.
Yo los admiro
y me siento, como ellos,
en mi impotencia.
Noto la lluvia
que corre por sus ojos
y por los míos.
No quiero lágrimas,
tampoco unas migajas.
¡Quiero la Paz!
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/22