Buscaba, leyendo en los libros,
salir de las rejas de la ignorancia.
Quedó atrapado en el mundo
de la creación literaria.
Se complicó los ajetreos y reveses
que encierra la vida cotidiana.
Rondaron su cabeza miles de versos,
todos quedaron ocultos bajo la carcasa.
Poesías hirviendo en la lengua del silencio
golpeando por salir; pero aprisionadas
en la profundidad de los pensamientos,
destrozando su mente por no ser liberadas.
Quiso transformar las obligaciones
en libertad creadora y trabajada,
y durmió entre papeles y cartones,
pasó miserias por no vender nada.
Estrujó a fondo su imaginación
perdió su familia, destrozó su alma.
Buscaba en las formas indefinidas
de una estrella resplandeciente y lejana,
el dibujo de un cuerpo femenino;
encontró una estrella fría y apagada
en forma de triángulo invertido
que se clavó en su mirada.
Quiso tender un puente de madera
sobre un extenso río de lava
para unir las generaciones
que el tiempo separaba.
Buscaba en la oscuridad de la noche
el sereno amanecer del alba;
le levantó, sobresaltado y asustado,
un escandaloso despertador de campana
arrastrándole al duro trabajo diario,
expulsándole del sosiego de su casa.
Quiso disfrutar de la intensidad de la vida,
cruzó esquinas, atravesó muros en sus andanzas
y cayó en el barrizal de la droga,
inmerso, atrapado en sus garras,
conoció detenciones, expulsiones, prisiones.
Añoró la libertad soñada.
Todo quedó en una inútil pretensión
de madurez anticipada.