“JORNADA BAJO EL HECHIZO DE: OTIS-AMOT”
TRILOGÍA
EL ANCIANO
Y caminando por el atardecer
Como un sonámbulo etéreo,
Mis pies tropezaron perdidos
Con la nube vespertina del estío.
Caí a orillas de un mar turquesa
Y al bruñir de sus olas en mi piel,
Los velos de mis ojos se rompieron,
Y vi huestes de pescadores cansados
Que después de una mísera pesca,
Volvían a la playa con tristezas.
Hombres jóvenes de manos tempranas,
Con alforjas llenas de suspiros.
Y entre el murmullo de su triste canto,
Distinguí un himno alegre, solitario.
Nadé a mi derecha hacia un estero,
Y vi un anciano pescador tejiendo redes;
Sus manos desgastadas eran fuertes
Como los remos que adornaban su canoa.
Los vestigios de una vida plena
Relataban historias en su frente.
Su semblante, como el oro era genuino.
Su salud la envidiaba el caoba.
Levantó su mano a saludarme
Y una estela de arco iris la seguía.
Lucia en su anular una amatista
Y el azul del mar en su sonrisa.
- ¿Viejo que haces? ¿Que sucede?
Pregunté con mi alma curiosa.
- Me preparo para ir de pesca.
Antes que el sol desaparezca.
- ¿Tú solo? ¿Y a esta hora?
¿Después que los otros todo el día
Agotaron los frutos de estas aguas?
- Exacto - Replicó con gran certeza,
- Tú acertaste al misterio de la vida.
- ¿Como? - Pregunté muy confundido.
- Mira al mar hacia tu izquierda.
Miré, y vi miles de peces a flor de agua.
- Ves, estos peces ahora cansados,
Han huido todo el día de las redes
De los necios que carecen de la ciencia
De esperar por aquella extra hora,
Ahora yo; solo voy y los recojo.
Su respuesta me pareció lógica,
Y a la vez un poco injusta.
- ¿Por qué no compartes con los otros
Los secretos arcanos de la pesca?
- Ellos nunca hasta hoy han prestado
Ni una pizca de atención a este viejo.
Yo le dije: - Viejo sabio, déjame
De hoy en adelante ser tu émulo.
Él me dijo: - Ven y toma mi canoa,
Yo iré detrás de ti en otra nueva.
Y extendiendo sus brazos en el aire,
El péndulo del cielo se detuvo.
Me tocó en el hombro y dijo: - Observa,
Ten en cuenta siempre lo que te rodea.
Y miré alrededor, y vi maravillado:
En el este, el follaje esmeralda
Arremetía delirante a las montañas
Las arenas como imán jalaban olas
Y el viento en silencio las violaba.
¡Torbellinos de euforia! ¡Madre natura!
Hacia el norte, en el humo de las chozas,
Las esposas quemaban sus anhelos.
¡Mariposas trasquiladas sin consuelo!
En el patio, a ronquidos; los esposos
Devoraban las hamacas con Morfeo.
Y en el arrebol eterno del oeste,
El sol con llamaradas liquidas
Teñía de naranja el horizonte.
Sus rayos cual gaviotas heridas
Buscaban en el mar, su casta tumba.
¡Ah, como amé tal horizonte!
Y en medio de ese instante marino
Casi infinito, pregunté al anciano:
- ¿Que haces con todo lo que pescas?
- Lo llevo a obsequiar a las esposas.
-¿Y entonces en el día, de qué vives?
- Del cariño de las desatendidas.
Un fuego tentador en mis entrañas
Entonces encendió mis esperanzas,
Prediciendo que pescar como él era mi sino.
Aquel atardecer y aquella playa
Habían madurado en mi camino.
Miré al anciano en su canoa,
Quien conteniendo su sonrisa,
Me lanzó un guiño diciendo:
- ¡Hey muchacho! ¿Donde vives?
Mañana es mi día feriado.
Yo le respondí como un rayo:
- ¡No tengo hogar ni tengo esposa!
Y rompimos los dos en carcajadas
Que retumbaron por toda la comarca.
Tommy Duque
Feb 5 1986
Salt Lake City, Utah
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