Las margaritas
nos dejan sus sonrisas
en estos días.
Ellas se apuntan
al baile y la jarana
de la estación.
La primavera
obtiene este milagro
para los ojos.
Yo lo contemplo
y pienso en un poema
de la niñez.
Aquellos versos
que dedos infantiles
imaginaron.
Alguna vez
han vuelto sus recuerdos
a mi memoria.
Viene su nombre
igual que una plegaria
hasta mis labios.
Cierro los ojos
y luego me estremezco
con un suspiro.
¡Cuánta belleza,
del mar y Margarita,
de aquel poema!
Rafael Sánchez Ortega ©
27/03/22