Si el acorde de tu risa enmudeciera,
como el ave ante el peligro en la espesura;
y quedara solamente mi silencio,
implorando arrepentido en la penumbra.
Si el fulgor de tus pupilas se enturbiara,
como el sol al arribar el aguacero;
y las noches invadieran las jornadas
sempiternas de mis lóbregos desvelos.
Si la hoguera en tu figura se arreciera,
como el río se entumece en el invierno;
y las nieves asentaran su dominio,
sobre el campo de mi espacio y de mi tiempo.
Y si el mundo con tu ausencia se perdiera,
como el barco cuyo faro se ha extinguido;
no podría yo emerger de mi naufragio,
ni encontrarle a este trayecto algún sentido.