Miguel Arévalo

EQUINOCCIO

En la cumbre de la milenaria pirámide

ancestral arquitectura

una pausa de la tarde

es inútil capturar el viento en burbujas de vidrio

o en el mar construir muros de agua

o en las fronteras muros de odio

murallas de ignominia:

               la gloria y el poder son efímeros

 

Es en vano pintar óleos de gaviotas muertas

o paisajes de invisibles árboles

        Es en vano dibujar oequídeas y violetas

de sangre azul que el tiempo ha oscurecido:

la fama y las riquezas son fugaces

En la cumbre de la magistral pirámide

escucho lamentos del viento

cantos de la pertinaz lluvia

sobre los escalones de negras rocas.

Fugaz Equinoccio de primavera

su luz y sus sombras

forman y crean serpientes de piedra

que se arrastran y descienden a la explanada.

 

Observo con claridad y asombro

hasta la misma piel de las serpientes

                         sus células son piedras.

Sombra de Kukulkán que desciende de su templo

para fertilizar la negra tierra

y allá en la espesa selva

oculto entre arbustos

el gran jaguar rojo devora una ardilla

y lame el brillo de sus manchas de jade.

Mis cansados pasos se alejan de la pirámide

cuando el sol en el ocaso

es una roja llamarada entre las nubes

y la tarde sin retorno

cae en un oscuro precipicio sembrado de ruinas.

 

Del Libro \"Ecos del Tiempo\" Editorial Ariadna, Ciudad de México, 2021.

Derechos reservados por INDAUTOR-Gobierno de México.

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