Romey

Trampa saltada

Automatizada la mecánica social

condimenta mi ensalada: sanidad

recomienda enmendar enfermedades,

la causa: la potestad de los infantes

bajo un foco infernal, locos profanos,

fundadores del caos aquí orquestado...

 

Sucesivas renuncias ensucian el blanco

con chiyidos, y los yantos de los gatos

son como sismos temblando al mismo

nivel subterráneo, superado el límite

físico, el filo del espacio donde vivimos

el desarroyo escrito, cayados, sin interés,

aparentemente débiles, pero invencibles,

héroes a quienes se exhime del deber

porque mucho los temen los infieles

y además prefieren libres luchar

por lo bueno que tiene este lugar:

la noche se sobrepone igual siempre,

se hunde el mundo despues, fugaz,

en el barro oscuro del cual nacerá

uno nuevo, magia: el huevo se resquebraja,

desde nada asoma la faz (ahora es verdad)...

 

Otra paradójica ganancia: derrotar a la máquina

cuando funciona la trampa y caen las máscaras,

los cuernos del duelo diabólico, días borrosos,

alquitrán en un pozo, lágrimas de luz, aplomo,

aerosol filantrópico, peces agudos, cuyos picos

rayan el cristal, el tan sucio muro que bonito pinto

(la prostituta policía consulta en su biblia leyes,

mientras continúa la buya intrínseca al rebelde...)