Raúl Voltavayeros

AMERICAN HORROR STORY

AMERICAN HORROR STORY

     (o argumento para una comedia)

 

 

Puede parecer esta una historia de horror,

del horror más cruel y sofisticado.

Una versión de Wells

no hubiera causado tanto pavor,

ni manchado de sangre

tantas jóvenes manos.

 

Dos cheyenes colgados

abren el primer capítulo.

Las barracas sórdidas,

infectas, son el escenario.

El colono Keith enseña a su hijo

a disparar, a blasfemar

y a escupir tabaco. 

 

La futura nación ya pone en marcha

su melodrama de cine.

Puede entusiasmar a los sioux,

a los navajos,

por lo que a exterminar a todos

se deciden.

*

Un nuevo episodio y el país reclama

si seguir o no con la esclavitud

en los campos de Louisiana.

El Norte y el Sur se trenzan a golpes

como dos señoras ebrias

en un juego de canasta.

 

“¡Lincoln asesinado!”

escribe lacónico un notario

(¿Será que a Kennedy

lo mató la misma mano?)

 

Es tiempo de bonanza y California

exhibe su gran diente de oro.

Toda roca es sospechosa.

Todo hombre, engañoso.

Por la vasta línea de trenes va el dinero.

Le siguen de cerca

abogados y cuatreros.

 

*

Ya media el tercer capítulo:

Marte apuesta un millón de cabezas

en el frente europeo.

¡Oh! Sangre y dolor es todo cuanto veo.

Las familias negras no volverán a ver

a sus hijos negros.

 

Nuevo episodio:

Nadie advierte las alas

descolgarse de los cielos.

“¿Cómo? ¿Sois todos nada de un golpe?”

-exclama sorprendido

el imponente Roosevelt.

 

…mas la iniciativa americana,

que desmiente todo

y no acepta nada,

en un santiamén se vuelve hacia la fortuna:

armas, créditos, combustible, usura…

y si antes exterminaron cheyenes,

pues ahora exterminan gruyas. 

 

*

Es el turno del gran oso,

feliz esta vez de rugir y amedrentar.

Hasta el espacio,

que jamás los ha querido a ambos

por su extremada ambición,

es tierra de imaginarios lindes.

¿Quién de los dos lanzará primero

sus misiles? 

 

Una voz en off pregona el Apocalipsis

y el rock and roll

sube hasta el vértice de los sentidos…

Adrenalina y fuego, lisérgica serpiente:

la costa pacífica prueba

la cocaína de los carteles,

la televisión de los judíos,

las hamburguesas calientes,

mientras Hollywood insiste,

obseso y perjuro,

en hacer pasar por Viet Cong

a unos chinos sin curro.

 

*

El último capítulo es de todos

el más horroroso.

Contarlo con palabras

tal vez me fuera costoso.

Solo decir que mañana

habrá más motivos

para que esta comedia divierta

o nos aburra otro siglo.  

 

                               

THE END

 

Agradecimientos del autor:

 

a Leif Erikson,

a España,

al sur esclavista de negros,

al Hades y al Capitolio

con su quinta enmienda

y su prosaico día de acción de gracias,

al Fort Knox,

a John Adams,

a la enmienda Platt,

a Alcatraz,

al festín del Pentágono,

al escándalo senatorial,

a Texas, a John Wayne,

a Ford Motor y General Electric,

al U2, al Maine,

a la NASA,

al Watergate,

a Harry Truman,

a la CIA,

al NAPALM y a la criptonita,

al roast beef, a Nixon,

al Ku Klux Klan,

a la liga de la Justicia,

a la luna de fondo de papel,

a Walt Disney,

a Donald Reagan,

a Pluto y al Congreso Americano,  

a los marines,

a los blancos anglicanos,

a Hollywood,

a los demócratas,

a los bloqueos y a las intervenciones,

al patíbulo y a San quintín,

a Wall Street,

a los confederados,

a los temerarios de la Bolsa,

a James Bond,

a Bill Gates,

a Charles Manson,

y a todos aquellos que hicieron posible

este poemita.