Yo —Amor, me llamaste
en aquel amanecer,
cuando los cielos se abrieron
y te diste a conocer…
Amor —Eres una gacela
retozando en mis praderas
con una profunda marca
tatuada en tu cadera.
Esta marca de fuego,
no indica propiedad,
solo hace saber
lo enamorada que estás.
Eres una sirena
surfeando inmenso mar,
buscando peces dorados
y perlas de profundidad.
Eres sabroso mosto,
ordeñado de mágicos odres,
su dulzor es tan extasiante
que atrae hasta los dioses.
Eres un pentagrama,
de personal realidad,
los sones ahí escritos
mi corazón interpretará.
Amor, te llamé,
con mi voz de eternidad;
cuando abriste los cielos
con inocencia virginal.