Qué hermosa es tu presencia
cuando lloro y no paro.
Y el corazón se quebranta
como ríos del prado;
que mojan los pómulos
y llegan a los labios.
Oh Espíritu Santo
quién te buscara
para poder encontrarte,
de día y de noche
el que perseverase.
Mi Alma se goza
y el corazón se complace.
Espíritu Santo ven,
toma mis labios
y has mi cuerpo remecer,
en mi espíritu otra vez.