¡TIERRA! 1492
“1492 es el año, 12 de octubre la fecha”
-repiten los buenos estudiantes
para el descubrimiento de América-
Desde el palo alto de una nave,
encaramado
un marino grita ¡tierra!
Acude el contramaestre
y el capitán de abordo
a mirar por el catalejo
con iniciativa incrédula.
A los lejos, la cima oscura de una isla,
de un volcán la cresta;
entonces, el coro de gaviotas
que ya había detenídose en la proa
y cagado un mascaron se acerca
y les repite en la cara:
¡Tierra! ¡Tierra!
Algunas noches ebrios,
otras en cuaresma,
creyendo en Dios algunos,
otros, en anárquicas revueltas,
la tripulación salta a las barcas
y hacia la costa acude presta.
Cantando y maldiciendo van
producto del rancio vino
que apresuraron antes de partir,
como para darse valor,
como para pisar la orilla
con los sentidos inflamados,
con el temple de su patria.
*
Todo era del mayor agrado:
miel, cacahuates, mangos,
cocoteros, dátiles, plátanos…
todo era del mayor provecho:
cestillos, botijos, cacharros,
plumas y de pronto...
un haz de luz,
un conocido resplandor
alerta a los castellanos.
Ya nada será de agrado
o de provecho
como aquel zarcillo de miel inigualable
colgando de una oreja
simple y humana.
*
Como en un acto de magia
se descubre el cielo;
el buitre y el cuervo inician su jornada.
La rápida auscultación de un sacerdote
advierte los postreros hechos:
la muerte del jaguar es inminente
y larga...
*
Muchos fueron los decapitados,
los empalados, las violadas;
muchos los enmudecidos,
los quemados, las raptadas;
tantos los esclavos, los evangelizados
y al fin, América,
más parecida a una mula eres,
cruza entre burro y yegua,
bastarda hija de la gloria,
pobre y malformada unidad de todo.
Hembra ingenua que embobada seguiste
al chulo cabrón que os golpeaba
con el aire servil de las enamoradas.
Tú, que de buen grado aceptasteis
la herencia esa
de ser y depender y llorar…
Y así y todo, allí vestida de plumas,
con los bolsillos vacíos y vaciados
cantáis mudas súplicas al vago espíritu
de los muertos y enterrados señores
del Teotihuacán:
\"¡Oh, dioses, salvad a este pueblo mío!\"
Pueblo orgulloso eres, América.
Los poetas señorones te escriben odas
con sus lenguas rosadas ¡telúricas!
cuando a ti, a ti más que a ningún otra,
habría que abofetear
por burra.