Deborah Jana

Confesiones de un viajero

Me gustaría descubrir muchas cosas,

tantas que ni se,

tantas que no puedo y me abrumo.

 

Y no hago nada, todo sigue igual.

 

Cuando decido ponerme en marcha,

me consume el remordimiento,

incluso llego a volver.

 

Noto que no hay regreso,

que todo permanecerá igual.

Y el egoísta es aquel que te espera por alegría propia.

Por arte al consumo de la felicidad.

 

Pero la soledad me persigue, aquí ó allá.

Quizás te pase lo mismo

 

¿No será mejor reemplazar la palabra soledad por libertad?

 

Sin un plan y con miedo,

pero más miedo, sería el de quedarnos.

 

En esta búsqueda

vagaría, descubriría. Me podrías tomar la mano.

 

Con la mochila bien puesta

donde cabe un cepillo

y boletas que narran un pasado.

 

Podríamos pasarla follando, durmiendo y bebiendo,

rozar peligrosamente el eje de la resaca existencial.

 

Disfrutaríamos de amigos de una noche,

tendríamos amores fugaces.

Quedaríamos resumidos en el recuerdo vago de un borracho.

 

Seríamos esos chicos que ríen demasiado,

que danzan, y que andan solitarios liberados.

 

Qué en el final son demasiado; osados, seguros.

y aunque no saben lo que quieren,

tienen claro de lo que no.

 

¿Y el mundo?

Está preparado para demasiado.