Mi papá lo ayuda maestra
Era un grupo de niños de tercer grado de preescolar, estaban trabajando un proyecto sobre el trabajo que realizaban sus padres, ese día llevaban como tarea una lámina con fotografía de sus padres y algunos recortes que representaban las diferentes actividades que cada uno hacía.
Cada niño muy orgulloso de su padre o madre, pasaban al frente a explicar en que consistía el trabajo de ellos.
Casi todos habían pasado al frente y por allá, lejos del centro del salón debajo de una mesita, se escondía un pequeño que por las razones siguientes omito sus nombres originales. Nombraré al primero Ramsés y al segundo Asim.
-Ramsés, por qué te escondes? ¿Acaso no quieres compartir con todos nosotros en que trabaja tu papá? El pequeño que era de tes morena, robusto, ojos muy negros y cabello lacio obscuro, sonreía malicioso y se tapaba la boca y la cara a la vez.
- no maestra, mejor no!
Porqué Ramsés, sal de la mesa y anímate, no pasa nada
-Maestra, mmmmm, sonrié, es queeee….. mi papá es robatero por las noches!
¡¡Y desde otra esquina responde Asim levantando la manita- Y mi papá lo ayuda maestra!!
Todos los niños quedaron callados y a mi se me hizo eterno el momento en que inicié toda una plática sobre los valores y el final de las personas que infringen la moral.
Tiempo después lamentablemente en un asalto a un autobús de transporte, el papá de Ramsés fue detenido y trasladado al reclusorio de la ciudad donde vivían.
Estimado lector, quizás al leer esta anécdota por alguna razón la inocencia y espontaneidad de los niños le causó risa, sin embargo valdría la pena hacer una reflexión acerca del dicho que reza: “Las palabras convencen, el ejemplo arrasa”