Tu mano, se acercó al cerrojo
que guardaba con recelo mi soledad y agonía,
la típica vida trágica y sollozante,
de quien mira el ocaso con cierto anhelo
Tu mano, no fue simple, no fue en vano
fue la luz brillante que disipó la sombra
que agrieto los párpados cerrados
por donde entró el resplandor y tu beldad
Tu mano, abrió la puerta
por donde entra tu frescura y arrebato
para llenar el ánfora de líquidos
cual nectario de mieles alucinantes
Tu mano fue beso y embeleso
como sueño de flor y mariposa
que transforma el verbo en finas alas
y el silencio de tu piel en suave verso