Una lágrima por Mariupol
bajo una lluvia de granadas,
que lucha, calla y resiste
como una sirena apagada.
Aquí termina la tierra,
aquí muere la esperanza
y por el mar de Azov
ya no llegan las mañanas.
Por sus calles pasea la muerte
con su llanto de metralla,
y una madre ya sin hijos
mira al cielo buscando el alba.
Una lágrima por Mariupol
que por sus calles desangra,
herida en pleno pecho
sin ser culpada de nada.