Tiempo, hora, y el reloj por delante,
después, una cita y un serio aprieto,
como infante, sin palabras e inquieto
y el nervio se volvió más vigilante.
Tu imagen presente en mi mente, ante
el grito de las manecillas, dueto
inconcluso, tu mirada de veto
en el tiempo, y el reloj por delante.
Te vi feliz por la puerta, entrando,
paso lento y un libro de Derecho,
y yo en silencio me quedé esperando.
Por fortuna el encuentro ya estaba hecho,
tu y yo en el principio y como acabando
la unión, cuando sentí caer del lecho.