Te creías un gallo de pelea
te sentías el dueño del cotarro
que el corral era un feudo y un dominio
un harén, un prostíbulo, un serrallo.
Despertabas al sol de madrugada
Con tus cantos viriles y obstinados
Imponías tu ley y tu deseo
Y atacabas con furia a picotazos
a quien no se doblaba a tus deseos,
a gallinas a pollos, a conejos
esgrimiendo tu pico y espolones,
no admitías excusas ni rechazos.
Pero una noche te fuiste tras la zorra
que te embrujó con su rabo plateado
abandonaste a tus huevos y gallinas
babeando con un moco de pavo
picoteando sus restos y sus heces
calladito, sumiso y entregado.
Conseguiste escapar de sus colmillos
De sus zarpas furiosas y asesinas
Y ahora vuelves a tu redil, hundido
Cabizbajo, herido y desplumado
pero ya hay otro gallo en tu cantina,
Aquel pollo a quien tú atemorizabas
Aquel a quien le robabas pienso
ahora es más fuerte que tú y te desafía.
Ya no hay sitio para ti en el palo
No sirves ni pa caldo de gallina