Músculo trepanador
raíz incierta, ósculo dirimido,
diptongo asediado, sílaba enumérica,
ojos de llanto y una mansión a dos pasos
cristales que llenan los camposantos
y los platos alivian la majestad de los hombres,
que duermen su pose de izquierda a derecha,
y abren su diáspora. Rifles encendidos,
viles economías de un trasunto de emociones,
esas barbas líquidas que alimentan
un sinfín de heces y alternativas, escombreras
donde oh el sol salía todos los días,
vertederos de hambre, juguetes rotos,
pesadumbres de niños, espejos de envergadura
desproporcionada, y esos ratos de sonoro estómago
incrementando su suplicio junto a los mosquitos.
Baño de realidad, fatal incomprensión,
donde bailan los aventureros lápices del cieno.
Selva virgen de amargo celofán concluido.
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