Hay un mar que siembra distancia
pero es el mismo que nos acerca,
así mismo está intacta mi inocencia
si conmigo sigue intacta tu presencia.
La niña de moños en el vestido,
de pelo largo a la cintura,
mientras jugábamos traviesos
a la rayuela en mi vereda.
Una vez tú y yo fuimos
descubridores sorprendidos,
de un mundo desconocido
Y entonces, en el ayer,
creíamos conocer.
Pero no es así.
Ni yo sé quién eres tú
ni tú me conoces a mí,
porque somos dos niños aún.
Yo todavía por recorrerte
para a ti comprenderte,
y tú lleno de incertidumbres
para llegar a entenderme.
Hoy sé que esa niña vive en mí
Con todo por conocer
Y presiento que hay un niño en ti
Con todo por aprender.