Mauro Enrique Lopez Z.

Llegó el ocaso

Casi llegaba el ocaso; cómo llovía, 

la esperaba a ella, que prometió que 

llegaría después de las ocho.

 Llegó la noche, como siempre la espera 

termino; hasta dejó de llover, no me 

di a la pena, salí de casa célebre, 

con una buena cena, y unas copas 

con alegría, porque sabía que era la 

última vez que la esperaba.

Hasta el día de hoy no sé si me llama o me 

envia mensaje, hasta cambie de Línea 

telefónica.

 Que tontería la mía, que ceno solo, sin echarme a la pena, que bonito 

son mis días sin su compañía.