Yo también te miré,
soplaba un viento desolador
de esos que se llevan los suspiros
de las flores arrastrando,
sin embargo estabas ahí
cual suspendida en una nube,
parecías levitar,
como si este mundo
no fuese digno de alcanzarte
y así sentí tiritar mis manos,
como si el frío fuera
una extensión de tu piel
y mi ropaje el alma flaca
que tengo enredada en los pies.
Yo también te miré
te alejabas de mi tumulto de latidos,
y sentí correr mi sangre
fuera de mi,
como si tus ojos hubiesen sido
dueños de mi vida entera.
Una calada de tus labios,
quizá,
el roce de tu mano,
no lo sé,
pero amarraste mi alma
con tus ojos
y yo también te miré...