Siempre estoy buscando a Dios, aunque lo hago ciegamente,
porque mi pensamiento, en la mente le ensombrece,
pues le noto conmigo, pero no sé dónde,
cuando en mi alma todo es sed, porque no palpo su fuente...
Ábreme los ojos Señor, que estoy esperando para verte,
que es oscuridad lo que hacia Ti se me desprende,
como en la frágil noche donde quedamente,
me nace este poema que trasciende a Ti a modo distante...
Sin embargo, hoy, mañana o ayer, mi fe permanece inalterable,
pues resultas verdadero en mi mente,
que alucina espiritualmente con la pasión de tu cruel muerte,
sufrida para salvarnos de una vez por siempre...
Algún día, en cualquier parte, quién sabe,
tal vez me lleves suspendido, como a través de un aire,
a la palpitación mística de lo invisible,
quizás, a que te oiga Sagrado Corazón la sombra de mi fe...