Me revuelvo entre las sábanas del lecho;
negros sueños, hogueras, pesadillas,
pateras, autocares, refugiados,
huyendo de la muerte y de la guerra
y me pregunto ¿Cuánto he contribuido
a generar hambres, odios y miserias?
¿Cuántas veces miré hacia otro lado?
¿Cuántas veces me tragué la mierda.
por no atreverme a vomitarla
en sus sedes, palacios y trastiendas?
¿Cuántas veces callé a ante sus juzgados,
me hice cómplice de sádicas sentencias?
¿Cuántas veces estreché unas manos
que solo merecían escupirlas,
me arrodillé ante estandartes y banderas
por miedo a la opresión y a la injusticia?
Tengo las manos manchadas por las heces
de mi falta de valor, mi cobardía
y ahora pinto proclamas en los muros
de las redes sociales con los dedos
que debieron señalar culpables
y apretar el gatillo contra ellos
pero me escondo detrás de la pantalla,
bebo, fumo me amargo y me doblego;
sigo besando las manos de verdugos
por egoísmo, por sumisión, por miedo.