Siempre desde aquel día
ando así en ti perdida,
luces fuera: no iluminan,
ni te espero, ¿me auxiliarías?
Fue una noche como otra cualquiera
la que tú y yo nos encontramos
y desde entonces solo entre ambos
vamos tirando de esta tierra.
Yo adiviné que naufragarías,
por eso en una cuerda
lancé el salvavidas...
Tú lo cogiste y me abrazaste,
dijiste eternamente te estaré
agradecido porque sin ti jamás podría
vivir más ni un solo día,
en esas aguas tan profunfamente
me habría hundido
junto con mi barco errante
por la tormenta ya hecho trizas.