VITRALES DEL ALMA

ESAS CALLES

 

 

Y de repente me detengo a ver… Esas calles, pobladas de añoranzas, lágrimas y sinsabores. Sus alas rotas se mecen al vaivén del óxido del tiempo. ¡Madeja de historias, quejidos y agónicos estertores! Otras, parecen arrancar del alma ese pedazo de no sé qué, y celosas, lo custodian hasta el punto de, oír el retorno de las pisadas. Y entonces, sus hilos misteriosos se sacuden. Es por ello, que saben a miel, saben a hiel, y por ende, estrujan el corazón sin la mínima conmiseración.
 
Esas mismas calles atesoran alegrías, amor y despedidas. ¡Pétalos de rosas que absorbe su loza fría! El palpitar del amante que ansioso espera, el niño que extiende la mano a la esperanza de un mendrugo, la mirada gélida que imperceptible vigila y el deambular del anciano que sus pisadas recoge.
 
Almohadillas de perros y gatos zigzaguean en aquel extraño palpitar del destino.
 
Esas calles, reflejo de la mísera humanidad que soterrada gime con los ojos vendados
 
Parece que fue ayer, cuando taconeaba desesperada el pavimento, con la mirada perdida y el aliento seco. Ansiaba, si, devorar de un tajo, esas calles, que me separaban de la fuente inagotable de la luz de mi existencia.
Hoy, desde la comodidad de mi escritorio, en esta noche muda, he querido volver sobre mis pasos, mirarme en ese lago interminable de remembranzas. Aunque, no sé, ni para qué, ni por qué.
 
 
Imagen: Tomada del muro de Islam Gamal.
Luz Marina Méndez Carrillo/01/04/2022 /Derechos de autor reservados.
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