Me sembraré junto al camino
de los mirtos, de los girasoles,
de las rosas y las hortalizas
que crecen desde el mojado abril
hasta las hojarascas del colorido otoño.
Por donde las enlutadas golondrinas
arremeten su vuelo con alegría
como si tuvieren prisa por su nidal.
Por ahí, por donde los pedregales
crispan tus pies en sus andanzas
llenas de letargo, de sigilo,
como si fueras al cementerio
o como si quisieras llevar
muy lentos tus pensamientos.
Pero ahí, justo junto al camino
para que me veas al pasar.
Para que siembres en mí tu mirada
y me lleves en tu recuerdo
o me tomes en flor
antes que el colibrí o la mariposa.
Me sembraré junto al camino
porque los caminos siempre están ahí
para los que van o vienen.