La vida misma
se escapa por la herida
de tu costado.
Sangre a la tierra
sedienta, calurosa
y con cenizas.
Surgen las sombras
que avanzan sin descanso
como fantasmas.
...Pero es un sueño.
Quizás la pesadilla
de medianoche.
Suda tu frente,
el cuerpo se estremece
y tú suspiras.
Hay en tus ojos
un rayo de esperanza
en vez de miedo.
La vida sigue,
los sueños continúan
y tú con ellos.
Pero rechazas
instantes y recuerdos
de pesadillas.
Son del pasado
y es parte de tu vida,
que en él quedó.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/04/22