Voy solo como un jilguero,
de tan solo que casi vuelo.
Qué soy yo, triste silencio,
ante el mundo: presunto efímero...
Dura, la raíz de un cielo,
prenda, placer de mí, contento;
dulce color de lo verdadero,
sube el sol, aunque sin sendero,
dando sabor a cada terreno
por el que paso, y ya sin freno
alcanzará su auge eterno,
también su ocaso, luego
tal delicia de otro momento
en que ya habrá dentro un fuego
al que irle dando aumento.