Pedacitos de mi
chamuscados en un rincón del alma
se acomodan como pétalos marchitos
rozando sentimientos.
Lágrimas abatidas sangran ausencias
acelerando el pecho dormido
entre soledades tanta veces vencido.
Pedacitos de mi
anclados en algún lugar del tiempo
viajan entre silencios, desnudos, sensibles.
Tan lejos, tan cerca.
Tan cerca, tan lejos.
Sobrevuelan universos
que tiemblan afligidos,
golpean la razón
y la vuelve del revés
quebrándose el dolor por su partida
desbordándose el corazón entre nostalgias.
Sin ser lo que un día fui,
sin sentir lo que un día sentí.
Pedacitos de ayer
provocando fugaces encuentros
con el turbio pensamiento de aquel adiós
y la rota y amarga despedida de un querer.
Si pudiese huir de ellos
volaría ente mares de ternura otra vez,
si pudiese olvidarlos,
no tendría tantas llagas la piel
de tanto que le añoré.
Sería libre el pensamiento, los brazos , el cuerpo.
Si hubiese retenido su mirada
en mis ojos,
sus besos, sus abrazos,
mi fe no se hubiese marchado
y hoy podría susurrarle al oído cuánto le amé…,
ovillo de emociones
anudándose a la orilla de los recuerdos.
Transpirando palabras el olvido.
Tan cerca, tan lejos.
Tan lejos , tan vivido.
Trocitos de pasión derramados por cada milímetro
de la piel.
Goteo insostenible de vivencias que se deshojan
aniquilando horas inexistente de vida.
Y soy de la mar, la escama,
y soy de la tierra, el polvo y la piedra.
Y soy todo. Y soy nada.
Siempre tan lejos, siempre tan cerca.
Y me pregunta el corazón
si aún puedo amar
si aún puedo ser.
Pedacitos de mi
calando fuerte en los huesos.
Se lleva el viento lo que fui,
lo que soy.
Se lleva mi palpitar
y el sentimiento hecho añicos.
Tan lejos, tan cerca.
Tan profundamente vivido.
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