El latido como delirio de brasas
la leyenda de una palabra
que se grita en silencio
cuando las imágenes se mezclan
reviviendo el pasado, o ilusionando futuros
con sensaciones extrañas de historias como sepulcros
o presentes que vacilan entre sutilezas o pasiones
Muertes que nos acechan en noches noctámbulas
cuando el consuelo de Dioses nos llega en disfraces
de figuras abstractas que se desnudan entre sombras
sobrecogidas de pena o abrumadas de espanto
por morales geométricas que nos apodan lascivos
Poesías sin palabras cargadas de caricias
rompiendo las reglas del pudor y decoro
incendiando las prosas sin arrepentimiento ni epílogos
porque la desdicha es no verte arrullada por ríos
o vestida en el campo cuando te besa la brisa
y tu sexo es esencia que perfuma las flores
Mi literatura es fascista cuando desvisto los verbos
cuando describo el deseo, la pasión y la entrega
es sacrilegio confeso cuando expira el tiempo
y mi voz no te alcanza y mi mano no te toca
asesinando la palabra como la arena a las olas