No siempre una palabra
irá abriendo camino.
A veces, solo toca,
las puertas del destino.
Y a veces van contando
cual paso peregrino,
las huellas que dejaron
los pasos que trajino.
Pero cuando un fonema
se escribe con atino,
produce una palabra
como sol matutino.
Por eso en este verso
sin ortiga y espino,
escribo y luego pienso:
que hasta en versos… ¡opino!