Esta historia es la de una amigable discusión ,donde se me lanzó un grupo de comensales al cuello con los que comía, cuando una muchacha candorosa dijo que estaba llena, pero se terminaba el plato de comida pensando en los hambrientos, como le enseño a hacer su abuelita .
Yo hice un comentario al respecto que no sentó nada bien.
Esto es lo que dije:
Abuelita hay que saber lo que sale de la boca de tu nieta,
ese dicho que se práctica en españa,
terminarse a desgana todo el plato de comida
por todos aquellos que no pueden comer.
!Este pueblo español se va a sobrealimentar con tanta solidaridad
como la madre Teresa y Gandhi con el ayuno!
No puedo creer como se enajenan mis opiniones entre tanta gente,
cuando aseguro que eso es: una estupidez
Y me replican los comensales que no tengo empatía.
Yo he visto a mis perros comer sin hambre hasta vomitar,
tan solo para que otro no coma.
Y ahora tengo que creer, que lo hacen por solidaridad.
Me cuesta imaginar a la tripulación del acorazado Potemkin en este debate.
Iniciaron la revolución comunista, porque les obligaban sus oficiales a comer raciones de pan con gusanos.
Si les hubieran dicho que era por solidaridad con el pueblo, quizás….
no hubiera habido comunismo.
Vamos acabar todos empachados de empatía;
y yo en el psicólogo si sigo intentando comprender
porque comer por los que no pueden comer es un tipo de solidaridad.
Le he preguntado en el almuerzo la hijo del mendigo,
que heredó el hambre de su padre.
– si se sentía mejor en el merendero viendo como todo el mundo
en una campaña contagiosa de solidaridad con los hambrientos
comía sin hambre para no dejar alimento alguno en las mesas.
Seguramente me dirás que no estás equivocada,
que has heredado como el hijo del mendigo esa costumbre,
terminar toda la comida aún sin hambre.
Quizás sea todo un broma dialéctica abuelita.
Y tus intenciones sean buenas,
necesitamos creer que somos inocentes, justos y misericordiosos.
Y sobre todo que nos va mejor que al otro.
Ángel Blasco.