Cada mañana busco
algún porqué,
ayer no era
y hoy se tambalea
el universo a mis pies.
Lo único que sé
es que estoy vivo
respiro.
El infinito es un instante en tránsito
un momento,
voy a decir
lo que yo entiendo,
bajo los árboles desnudos,
los pájaros se abaten sobre los corazones de nuestros cuerpos famélicos
Nos aferramos a la brujería que parlotea en los anfiteatros,
vivimos para amar en las flores y crecer en el asfalto.
Cada mañana
derramo lágrimas
por las sombras de los solitarios balcones apenas soleados.
El cielo roto de nubes no es consuelo
ni azul ni negro,
es blanco de serena lluvia
que moja los rostros sin despertar un recuerdo.
Y el agua que murmura un lento retintín gitano.
Era mi cuerpo
huyendo de un dédalo de doloroso vacío y
bajando por el alambre de una tarde que transita sin brisa de amar.
Y cada mañana vuelvo a llorar
en vez de escuchar al universo.